La alerta sanitaria por coronavirus (COVID-19) está provocando un verdadero caos en la economía mundial. Este virus comenzó en China, a finales de 2019 e hizo estragos en su tejido empresarial y productivo. La economía china se paralizó, provocando caídas en el mercado de materias primas y comenzando una de las podrían ser de las mayores crisis económicas.
La pandemia (así ha sido declarada este brote por la Organización Mundial de la Salud) no tardó en instalarse en Europa; Italia fue el epicentro de esta propagación. España le sigue en número de contagios y, tras decretarse el estado de alarma, nuestra actividad se ha frenado de golpe.
Al ser una crisis de nivel global, todos los índices bursátiles acumulan fuertes caídas. La incertidumbre de los inversores y demás agentes económicos queda patente. ¿Cómo se comportarán las carteras de inversión ante la situación que nos deja el coronavirus?
El impacto económico de la alerta sanitaria se está haciendo notar. Las Bolsas mundiales se encuentran en caída libre. La magnitud del daño depende de cómo evolucione el brote y la eficacia de las medidas (sanitarias, sociales y económicas) llevadas a cabo por gobiernos y bancos centrales.
En este sentido, el Banco Central Europeo (BCE) no tiene apenas margen de maniobra. La autoridad monetaria se encontraba alargando de sobremanera las políticas monetarias expansivas, para intentar relanzar una débil situación económica, cuando surgió el problema. Pocos estímulos adicionales se pueden generar (el tipo de interés oficial se encuentra al 0% y los programas de inyección de liquidez en vigor). En definitiva, las medidas tomadas para mitigar el desastre económico decepcionaron.
Gráfico semanal de Euro Stoxx 50 (Fuente: ProRealTime)
La compra adicional de bonos por valor de 120.000 millones de euros y una nueva inyección de liquidez no fueron suficientes para cortar la sangría de los mercados europeos. Todo queda ahora a merced de los estímulos que impongan los diferentes gobiernos.
Si cruzamos el Atlántico, encontramos algo similar, pese a que la Reserva Federal (Fed) ha lanzado el mayor paquete de medidas visto desde la crisis financiera de 2008 (además, se trata de una maniobra coordinada con otros bancos centrales), el rojo ha marcado las jornadas en Wall Street. Estos estímulos incluyen una drástica rebaja de las tasas de interés (entre 0 y el 0,25%) y una inyección de 700.000 millones (entre compra de bonos y valores hipotecarios).
Gráfico semanal de Standard & Poor’s 500 (Fuente: ProRealTime)
En España, uno de los países con mayor número de contagios de coronavirus, el golpe económico producido puede ser severo. Goldman Sachs habla de una posible recesión (contracción del PIB español del 1,3% en 2020). Sin embargo, también indica que esta crisis es pasajera. Según la firma, en 2021 la economía española rebotará con ímpetu.
Gráfico semanal del Ibex 35 (Fuente: ProRealTime)
Nuestro país es especialmente vulnerable debido a que tiene una fuerte dependencia del turismo. Una caída en este sector supone un buen recorte de su PIB y un golpe fuerte en su entramado económico. El Ibex 35 es uno de los índices que más pérdidas han registrado.
Sin duda, el coronavirus ha puesto en jaque a los mercados mundiales. Los fondos de inversión no son más que carteras compuestas por diferentes activos (de renta fija o renta variable), por consiguiente, no son ajenos a estos hechos. Reina el pánico y la incertidumbre, no es una crisis cualquiera: estamos ante una pandemia mundial.
Con este escenario de fondo, no es de extrañar que todos los agentes involucrados estén tomando medidas excepcionales. Algunas de ellas tienen una agresividad histórica. Los mensajes giran en el mismo sentido: la crisis es temporal, la normalidad se recuperará y con la mayor celeridad posible.
Como es natural, no todos los sectores de la economía se comportan igual ante un parón económico de esta magnitud. Sectores cíclicos como el automovilístico y las aerolíneas se ven especialmente perjudicados. La banca se prepara para una caída en sus ingresos.
Por otra parte, sectores defensivos como la alimentación o el farmacéutico, a pesar de haber sufrido una fuerte corrección por el efecto general del mercado, tienen una mayor capacidad de recuperación.
En cuanto al mercado de renta fija, se comporta de un modo dispar. Exceptuando los países periféricos, no se está viviendo un escenario tan caótico como podemos ver en el mercado de renta variable.
La conclusión que podemos obtener de todo esto es que existen activos que pueden resistir bien a la crisis del coronavirus. Una vez la economía se recupere (existe división entre los expertos sobre si tardará un trimestre o más), habrá ciertas inversiones con un fuerte potencial de rentabilidad. Sin embargo, la clave para no caer en el error la encontramos en la diversificación. Dejar nuestra inversión expuesta a un solo sector o una zona geográfica concreta, entre tanta incertidumbre, puede generar pérdidas.
Según datos de INVERCO (Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva), en febrero hubo dos categorías de fondos que arrojaron una rentabilidad positiva:
Este tipo de fondos resistió a los primeros efectos negativos, frente a los fondos de renta variable, los cuales fueron los más castigados. La categoría de renta variable internacional en Japón lidera las pérdidas, con un -9,49% (Japón tiene fuertes problemas estructurales en su economía; su PIB no remonta, su deuda pública es desorbitada, etc.).
Sin embargo, la gran ventaja de los fondos es la mencionada diversificación. Gracias a ella, se pueden abordar multitud de estrategias. Incluso existen fondos de inversión que arrojan rentabilidades positivas en un entorno de pérdidas.
Expertos de banca privada recomiendan fondos multiactivos (con una gran diversificación en renta fija, variable, divisas y materias primas), con una gestión flexible y un tono defensivo en sus políticas de gestión. Los fondos de retorno absoluto pueden ser una buena opción.
Algunos fondos de inversión con un buen comportamiento en estos momentos podrían ser:
Mitigar el riesgo mediante la flexibilidad y diversificación es la premisa fundamental. No se tiene conocimiento del tiempo que puede durar y el alcance del daño que puede hacer el coronavirus. No obstante, cuando la crisis acabe y todo quede en un mal sueño, los precios de los activos con un fuerte potencial de recuperación invitarán a invertir en fondos de renta variable.