China ha tenido un crecimiento espectacular durante décadas, pero ahora existen muchas dudas sobre si realmente se puede invertir en China, sobre todo después de la guerra arancelaria (o guerra fría), la pandemia y los recientes sustos regulatorios y de su sector inmobiliario.
Para invertir en China es necesario entender cómo funciona su economía y su estructura política. En China existe un partido político muy fuerte liderando el país de forma autoritaria, a través de un “polit bureau” de 9 personas que toman las decisiones de por dónde irá China con mucho foco en el largo plazo. Y luego una estructura liderada por el Congreso Popular Nacional, que nombra a los líderes, y desde ahí mucha jerarquía hasta los gobiernos locales. Aunque el partido que gobierna se llama Partido Comunista Chino, lo cierto es que su orientación es muy capitalista.
Los factores de crecimiento durante todo este tiempo han sido primero las exportaciones netas (sobre todo a raíz de su inclusión en la Organización Mundial de Comercio), la inversión (siendo el motor desde la gran crisis financiera en 2008), y el consumo, que está siendo el factor predominante actualmente. Hoy el nivel de consumo sobre PIB en China ronda el 55%, muy por debajo del 75-80% de las principales economías del mundo, por lo que queda mucho recorrido en este sentido.
China ha sido la única economía de las principales en conseguir crecimiento positivo durante 2020, después del inicio de la pandemia, con unas características bastante peculiares: una política monetaria más moderada que en Occidente, priorizando el control de la pandemia. Una recuperación forzada más temprana de la producción y la inversión, aunque el consumo tardó algo más, y una sorprendente fortaleza de su sector exterior, ayudado por la exportación de productos médicos.
Dentro de los principales problemas o retos a los que se enfrenta China, los dos principales son el demográfico, con un envejecimiento muy rápido de la población y la creciente desigualdad social. La clase media china tiene un problema grande con el coste de la educación de los hijos y la dificultad de acceso a la vivienda, además de otros, tipo el crecimiento descontrolado del sector de internet o el de los videojuegos en edades tempranas. Estos temas son los que han desencadenado recientemente la presión regulatoria. Aun así, después de varias décadas de cierta intensidad regulatoria, las compañías chinas han conseguido ir adaptándose a lo largo de los años, reinventándose y aportando valor a los accionistas.
Durante 2021 hemos visto una normalización de la política monetaria una vez que durante el cuarto trimestre de 2020 su nivel de PIB había superado el nivel de pre-pandemia, a la vez que se lanzaba un nuevo plan de desarrollo y transformación económica centrado en los objetivos de prosperidad colectiva, sostenibilidad e innovación. 2021 también es el inicio del plan quinquenal que busca además conseguir el objetivo de largo plazo de doblar el tamaño de la economía para 2035, por lo que si sigue este ritmo, es muy probable que alcance a Estados Unidos para 2030.
Esto ha llevado a una intensidad regulatoria que ha revolucionado la bolsa china recientemente. Quieren ser neutrales en emisiones de carbono para 2060, facilitar el acceso a la educación de los hijos y evitar que el crecimiento sin control y con excesivo endeudamiento en el sector inmobiliario perjudique a las familias.
La más relevante será durante los próximos años las centradas en la prosperidad colectiva, que buscan reducir las desigualdades sociales que existen entre regiones, zonas rurales contra ciudades, y de rentas. Incremento de oportunidades de trabajo a la población, educación, sanidad. Y todo esto dando prioridad a la innovación y el desarrollo, incrementando el gasto en más del 7%.
El ritmo de crecimiento se irá ralentizando paulatinamente, a la vez que los problemas de excesivo endeudamiento, que crece en términos nominales por encima del PIB, demografía envejeciendo y por tanto una fuerza laboral que puede entrar en déficit, relaciones con EE.UU. y la incipiente tendencia de una de-globalización.
Una vez entendido por dónde está yendo la política económica china, también conviene entender cómo está estructurado el mercado de renta variable chino. Existen cinco tipos distintos de acciones:
Para invertir en China debes tener en cuenta que cada uno de estos mercados tiene una composición sectorial muy diferente, y como se puede intuir, la única manera de tener exposición real a lo que de verdad está ocurriendo en China, es a través del mercado de acciones A. Es curioso además, cómo la correlación de este mercado con las principales bolsas mundiales es especialmente baja, por lo que la inversión en China aporta una diversificación de las inversiones financieras muy interesante.
Si a todo esto le sumamos que las valoraciones actuales, después de un comportamiento muy malo durante el año 2021, se han quedado atractivas con un PER de 15x vs. el 17x europeo o el 25x de Estados Unidos, podríamos estar ante una oportunidad de inversión a medio plazo relevante.