La jubilación es un concepto que casi siempre vemos lejano, y por tanto tendemos a procrastinar (retrasar la toma de decisiones, por pereza entre otras cosas…) a la hora de decidir planificarla. Y para cuando uno se lo plantea y le dedica la importancia que realmente tiene, ya suele ser demasiado tarde y empiezan los nervios.
Lo primero que hay que tener en cuenta para empezar a invertir para la jubilación es que cuanto antes se empiece a planificar, más fácil y menos esfuerzo nos supondrá. Más que nada por la maravilla que supone la capitalización compuesta de las rentabilidades en una inversión a largo plazo.
Pongamos un ejemplo. Si con 30 años se decide poner una cantidad que digamos renta de forma anual un 5%, a los 67 años se habrá multiplicado esa cantidad por 6 (no por 2 como intuitivamente hace mal mucha gente sumando ese 5% los 37 años que dura la inversión). Si esa cantidad se aportara a los 45 años, el retorno acumulado sería de menos de 3 veces lo invertido, o lo que es lo mismo, tendría uno que aportar más del doble para que la cantidad final fuera la misma que en el primer caso.
De forma indirecta se puede entender que casi igual de importante es minimizar los costes anuales de esa inversión. Si por culpa de estar invirtiendo para la jubilación en un producto caro, la rentabilidad anual neta se reduce al 4%, la cantidad acumulada se multiplicaría por 4,2 en vez de 6. Una auténtica barbaridad en el largo plazo.
Inversiones nominales e inversiones reales
Otro aspecto que es importante darse cuenta, es la gran diferencia existente entre inversiones nominales y las reales.
En el caso de las inversiones nominales, que son aquellas cuyo montante no crece, uno sólo aspira a que le devuelvan el dinero junto con algún tipo de interés, y por tanto el nominal de la inversión no se ajusta por la inflación.
En el caso de las inversiones reales, el principal invertido sí se ajusta por la inflación. ¿Cuáles son las principales inversiones nominales? Depósitos y bonos. Y ¿cuáles son las principales inversiones reales? Activos inmobiliarios, materias primas y renta variable. ¿Por qué? Porque las rentas de los activos inmobiliarios y los beneficios empresariales están ajustados por la inflación.
En un entorno como el que llevamos viviendo de cerca de 15 años de tipos cercanos a cero o negativo, el tipo de interés de las inversiones nominales tradicionales no compensa las tasas de inflación actuales, es decir, tenemos tipos de interés reales negativos. O lo que es lo mismo, con inversiones nominales perdemos poder adquisitivo, y más cuanto más lejano es el horizonte temporal.
Pongamos ejemplos para entenderlo mejor. Si se consiguiera el objetivo de inflación propuesto por el Banco Central Europeo, un 2%, significaría que el dinero “parado” o invertido al cero por ciento, perdería un 18% de su valor en 10 años, o un 45,5% en 30 años. ¡Casi la mitad! Y esto teniendo en cuenta que un 2% nos parece incluso algo elevado respecto a la historia reciente. Pero no olvidemos que a lo largo de las últimas décadas, ha habido periodos prolongados con inflación superior al doble de la actual, lo que provocaría una disminución del patrimonio real del 40%-50% en tan sólo 10 años.
Inversión para la jubilación a largo plazo
Es por ello que, de cara a una inversión para la jubilación a largo plazo, y con el objetivo de mantener poder adquisitivo y hacer crecer un patrimonio, es importante tener una buena proporción en activos reales, siempre adaptado al perfil de inversión de cada uno.
Y pensando que cuanto mayor es el plazo de inversión, más tolerante debería ser uno al riesgo medido a través de la volatilidad, más capacidad hay de tener activos reales en cartera. Es por ello que se refuerza el mensaje de que cuanto antes se empiece a invertir en este tipo de activos, y mayor sea la rentabilidad neta de costes de la inversión, el efecto para la jubilación es enorme.
Por último, es muy importante también analizar qué tipo de vehículos de inversión son los más aconsejables para las inversiones para la jubilación. Teniendo clara la importancia de la capitalización compuesta de las rentabilidades, otro factor fundamental que mejora el retorno exponencialmente a largo plazo es la fiscalidad del producto. Como regla general, deberíamos elegir aquéllos que nos permitan un diferimiento del impuesto hasta que sea necesario rescatar la inversión.
En este sentido, tanto los fondos de pensiones como los fondos de inversión, son el instrumento más adecuado. El fondo de pensiones tiene el problema de estar limitada la cantidad que se puede aportar al año. Sin embargo, con el fondo de inversión, se puede conseguir una gestión adaptada a cada perfil de inversión, barata, con total liquidez, sin impacto fiscal dentro del régimen de traspasos, y sin necesidad de tributar hasta el rescate final. Quizás lo convierte en el instrumento ideal para este propósito.