Aunque la idea de aunar los fondos de varios ahorradores y ponerlos en manos de gestores especializados no es nueva -los estudiosos de la materia señalan que los investment trust británicos, establecidos sobre 1860, fueron las primeras instituciones de inversión colectiva asimilables a las que se conocen en la actualidad- es sorprendente cómo muchos ahorradores e inversores siguen sin tener claras las características, ventajas e implicaciones de este vehículo de ahorro e inversión tan común en el panorama financiero mundial y nacional.
Rentabilidad en los fondos
¿Ha dicho común? Sí. Aunque no lo crea, en España, y a cierre del mes de abril, había 382.000 millones de euros invertidos en fondos de inversión y 9 millones de partícipes (aproximadamente el 20% de la población española). Seguramente sea usted uno de ellos y no tenga claras muchas cosas acerca de su funcionamiento. O peor, quizá sea usted uno de ellos y no lo sepa. Eso sí que sería una mala señal.
Empezando por el principio, un fondo de inversión es un instrumento de ahorro que reúne a un gran número de personas que quieren invertir su dinero, estas personas son denominadas partícipes. El fondo pone en común el dinero de los partícipes y es una entidad gestora la que se ocupa de invertirlo, cobrando comisiones por ello, claro.
Todo el dinero aportado por los partícipes conforma el patrimonio del fondo que se divide en unidades mínimas de inversión llamadas participaciones. Éstas tienen un valor determinado, el Valor Liquidativo, que resulta de dividir el patrimonio total del fondo entre el número de participaciones en circulación. El valor liquidativo es el precio de cada participación en un momento dado.
Datos diarios de los fondos de inversión
La mayoría de los fondos de inversión publican a diario su valor liquidativo, lo que nos va a permitir calcular la rentabilidad o el retorno sobre la inversión inicial realizada. La rentabilidad de un fondo se calcula como el porcentaje de variación del valor liquidativo entre la fecha de suscripción (compra de participaciones) y la fecha de reembolso (venta de participaciones). Como en cualquier inversión, es importante señalar que la rentabilidad del fondo puede ser tanto positiva como negativa, siempre según la evolución del valor liquidativo que dependerá del precio de los activos en los que está invertido.
Salvo los fondos con una rentabilidad garantizada, en el largo plazo, la rentabilidad está más o menos controlada, si se hace un seguimiento correcto de nuestra cartera bien por nuestra parte o bien por parte de nuestro banquero o asesor patrimonial. Es muy importante destacar que, como en cualquier inversión, debemos tener en cuenta el binomio rentabilidad-riesgo, que supone que a mayor rentabilidad que queramos obtener, más riesgo será el que tengamos que asumir y viceversa.
Asimilar la palabra inversión a riesgo es algo muy común pero no acertado. También se suele pensar que hablar de inversión implica grandes cantidades de dinero y tampoco lo es. Existen tantas clases de fondos de inversión como perfiles de riesgo hay -de los más conservadores a los más agresivos- y que invierten en todo tipo de activos (acciones, activos monetarios, títulos de renta fija, derivados, e incluso en otros fondos o una combinación de todos ellos) desde cantidades muy pequeñas por lo que cualquier inversor puede tener acceso a un gran abanico de oportunidades.
Para su tranquilidad debe saber que los fondos de inversión son instrumentos perfectamente regulados. Es decir, no pueden hacer lo que quieran con su dinero y tiene que respetar unas reglas marcadas por su propio reglamento de gestión y siempre dentro del marco de la Ley y Reglamento de las Instituciones de Inversión Colectiva.
La liquidez inmediata en la mayoría de los casos, las ventajas fiscales que conllevan y que cuenta con una gestión profesional detrás que le va a permitir acceder a todos los mercados nacionales e internacionales, con gestión activa y pasiva, son otras de las bondades que les hacen ser vehículos de ahorro muy populares.