No lo decimos nosotros, sino un premio Nóbel de Economía (1990), Harry Markowitz: el inventor del concepto de diversificación tal y como lo conocemos hoy día aseguró que la mejor diversificación es aquella en la que los distintos elementos que forman la cartera no están correlacionados entre ellos. Cuando menor sea esa relación, más positivo será el efecto de la diversificación.
Diversificar globalmente a largo plazo
Invertir en economías más allá de la propia es una de las estrategias más efectivas para equilibrar los dos lados de la balanza de las inversiones: el riesgo y la recompensa. El principio de la diversificación es llevado a su mejor expresión cuando se llevan los activos al terreno internacional, donde la correlación es menor que en el campo nacional.
A veces es tentador permanecer en un lugar conocido, cómodo y familiar, en especial si está mostrando un desempeño positivo en los últimos periodos de tiempo. Sin embargo, el potencial de aprovechar otros mercados es enorme e invita a aquellos que se atrevan a soñar con unos beneficios sorprendentes.
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¿Cómo diversificar de forma internacional?
Nadie puede saber a ciencia cierta qué va a ocurrir en los mercados. Hay factores de toda índole que pueden alterar las condiciones y provocar una caída inesperada. La diversificación es una medida de prudencia, siempre.
Algunos expertos han identificado la tendencia de muchos inversores a poner su dinero en empresas reconocidas, nacionales, y en fondos de ámbito local. Sin embargo, en esos casos existe una fuerte correlación que puede provocar que, en caso de crisis nacional, todos los valores sufran un mismo comportamiento de caída.
Poner parte del dinero en mercados extranjeros impermeabiliza parte de la cartera frente a una hipotética crisis nacional. Mientras un país experimenta dicha crisis, seguramente otros estarán en fase de crecimiento económico y viceversa.
El potencial de los mercados emergentes
Esto es especialmente cierto en el caso de los mercados emergentes, en países como China, Brasil e India, aunque muchos otros asiáticos les siguen de cerca con crecimientos del 5-7% anual en términos macroeconómicos.
Las tendencias globales están ahí, y aquellas carteras que se suban a la cresta de la ola con un porcentaje de diversificación global, se beneficiarán de esos recursos adicionales para obtener mayores beneficios a medio y largo plazo. Incluso si en un momento dado pierden puntualmente, la economía global sigue creciendo en lo que ya se empieza a conocer como cuarta revolución industrial o industria 4.0, así como el auge de las fintech o el blockchain.
En Fondos recomendamos la asignación de un porcentaje de las carteras de nuestros clientes a acciones de mercados extranjeros y emergentes a aquellos inversores que pueden tolerar un cierto nivel de riesgo y con horizontes de inversión lo bastante largos como para permanecer inmunes ante los altibajos de estos mercados.
En conclusión
Invertir en mercados globales es una aventura, pero no es muy distinta de la aventura de invertir en territorio nacional, pues muchos elementos son idénticos: incertidumbre hay y habrá en todas partes, y nadie puede predecir qué activos tendrán mejor comportamiento en un momento dado. Creemos, sin embargo, que los hipotéticos beneficios de mantener parte de la cartera más allá de la frontera valen una reflexión y una decisión ponderada.