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Depósitos a Plazo Fijo más Rentables | FONDOS.COM

Escrito por Juan Puente - CEO | 26/7/2018

“Quizá nuestros depósitos a plazo fijo no sean los más rentables, pero le garantizamos el retorno del 100% del capital invertido”.

Esta es la frase que se oye a menudo al contratar uno de estos productos bancarios.

¿Estamos completamente seguros de que esto es así?

Los depósitos bancarios ya de por sí no son instrumentos de ahorro rentables, máxime en esta época de tipos de interés bajos.

Pero lo que no se nos cuenta es que tienen una serie de costes ocultos. Las entidades bancarias (aquellas autorizadas para captar pasivos de público) utilizan estos instrumentos como un mecanismo de financiación. En otras palabras, es un préstamo que le hacemos al banco.

¿Qué interés estamos dispuestos a cobrar por dicho préstamo?

Para responder a esta pregunta deberemos analizar bien cómo son los términos y condiciones de este acuerdo. Una vez tengamos claro lo que nos supone, podremos determinar si realmente existen depósitos a plazo fijo más rentables y si merece la pena realizar esta inversión.

Comparativa de rentabilidad de los depósitos a plazo fijo

Los mejores depósitos a plazo fijo, a 12 meses vista, ofrecen las siguientes rentabilidades anuales:

  • Depósito Atlántico: 1,25% TAE.
  • Depósito Crédit Agricole Consumer Finance: 1% TAE.
  • Depósito Facto: 1,25% TAE.
  • Depósito EBN: 1% TAE.
  • Depósito BABC: 1,10% TAE.
  • Depósito BFS: 0,75% TAE.

En definitiva, el depósito a plazo fijo más rentable, con vencimiento a 12 meses, es el del Banco Atlántico (Portugal); con una TAE del 1,25%. Junto a él se encuentra el Banco Facto, del Grupo Banca Farmafactoring (Italia). La rentabilidad media de los seis que componen la muestra se sitúa en el 1,06% TAE.

Si atendemos a un depósito a plazo fijo con vencimiento a 60 meses, como por ejemplo el que ofrece J&T Banka (República Checa), nos vamos al 1,92% TAE. Esta rentabilidad es la máxima que hemos encontrado para los depósitos a 60 meses (El Banco Atlántico y Facto ofrecen un 1,64% y un 1,25% TAE respectivamente por sus depósitos a este mismo vencimiento).

Pero vamos a más, un depósito a 120 meses (estamos hablando de tener inmovilizado el capital durante 10 años) en el Banca Sistema (Italia) nos daría una rentabilidad de un 1,84% TAE.

En ninguno de los casos se consigue superar el objetivo mínimo de rentabilidad mínima exigida a todo inversor. Es decir, la inflación.

La tasa interanual del Índice de Precios al Consumo (IPC) en España se situó en mayo en el 2% (de mayo de 2017 a mayo de 2018), 9 décimas más que el mes anterior, continuando así con su tendencia alcista. El IPC armonizado de la Unión Europea para el mismo período (interanual) se encuentra en el 1,87%.

Ante el panorama que nos ofrecen estos datos, estamos en disposición de concluir que si contratamos un depósito a 12 meses estaremos perdiendo del orden del 1% (más o menos) del capital por mantenerlo inmovilizado.

¿Supondría esto una buena inversión? Sin duda, en términos reales, el 100% del capital no sería retornado, como nos aseguran al contratar un depósito a plazo fijo.

El planteamiento es sencillo: cualquier inversor que se precie mide la rentabilidad real, aquella que descuenta el efecto de la inflación. La inflación sabotea nuestros ahorros. Si no conseguimos una rentabilidad superior, simplemente se está perdiendo dinero en la inversión.

Los depósitos más rentables no nos pueden hacer ganar dinero; en vista de los datos obtenidos.

Pero esto no es todo, existen otra serie de costes que es conveniente tener en cuenta.

La rentabilidad de los depósitos y el coste de oportunidad

¿Quién decide la rentabilidad de los depósitos a plazo fijo?

Como norma general, cuando nos conceden un préstamo nos imponen las condiciones. Cómo máximo, tenemos abierta la puerta a una débil negociación. Pero, a la hora de conceder nosotros un préstamo al banco, ¿cómo determinan la rentabilidad que pagan?

La rentabilidad de los depósitos, así como los intereses a pagar en los préstamos, parten del mercado interbancario.

En función del nivel y previsiones de inflación, el Banco Central Europeo tiene entre sus prerrogativas el alterar los tipos de interés oficiales (aquellos que impone en sus préstamos y depósitos a los bancos).

A partir de los tipos de interés oficiales, los bancos también se prestan dinero entre ellos a corto plazo con un pequeño diferencial. El Euríbor representa la media de los préstamos del mercado interbancario en la zona euro. Si los tipos de interés oficiales son más altos, los bancos también se prestarán dinero a un mayor interés y el Euríbor subirá.

Este interés, más un diferencial que representa su margen de beneficio, es el que se repercute al cliente en sus productos; tanto de ahorro como de financiación.

Control de la inflación

Así pues, es el propio Banco Central Europeo quién en última instancia decide los intereses del mercado, puesto que pone en funcionamiento la maquinaria para que los tipos de interés suban o bajen. Su móvil es controlar la inflación.

Si la inflación sube, el BCE sube los tipos de interés oficiales, a la par que drena liquidez. Si existe riesgo de deflación los baja e inyecta dinero en la economía.

La situación de confianza y la buena marcha de la economía puede también ampliar o reducir el margen existente entre los tipos de interés oficiales y los que se ofrecen en el mercado interbancario.

Esto explica el por qué si invertimos en un depósito a plazo fijo normalmente tendrá una rentabilidad inferior a la inflación; los tipos de interés se mueven en función de la inflación.

Sea como fuere, como norma general iremos siempre un paso por detrás de la inflación con los depósitos a plazo fijo.

El peor escenario para los depósitos a plazo fijo

Pero esto no es todo, ¿qué pasaría si los tipos de interés suben mientras tenemos el dinero inmovilizado?

A priori, si suben los tipos de interés, lo más probable sea porque la inflación comienza a situarse en cotas altas, superiores al 2%. Con lo cual ya estaríamos perdiendo dinero por los motivos anteriormente expuestos.

Además de esto, suma y sigue, no podríamos percibir una rentabilidad mayor hasta que el depósito venza (a no ser que se quieran pagar penalizaciones). Este hecho económico también es medido como un coste: El coste de oportunidad. Este riesgo es alto para productos financieros que no tienen liquidez.

Cuando los bancos nos hacen un préstamo tienen margen suficiente para cubrir todos estos costes. Si el plazo es muy dilatado (como en el caso de las hipotecas) aplican un interés variable y transmiten al cliente el riesgo de fluctuación de los tipos de interés del mercado interbancario.

Pero esto no es todo, ahora tendremos que sumar a este coste las comisiones y vinculaciones que nos exigen la entidad… por prestarle el dinero.

Las vinculaciones y comisiones asociadas

En la mayoría de los casos, para la contratación de un depósito a plazo fijo los bancos imponen exigencias para que nos ofrezcan una rentabilidad mínimamente atractiva (aunque, como ya hemos visto, tampoco sirve de mucho).

Estas exigencias pueden ser variables, desde una apertura de cuenta corriente o una cuenta nómina. Como norma general estos productos son el requisito mínimo, puesto que la asocian al depósito y allí nos abonan los intereses (aunque no hay nada que les impida hacerlo en otra cuenta).

El problema es que estos productos paralelos a los cuales accedemos para contratar el depósito de ahorro a plazo fijo suelen tener comisiones. Bien sea por mantenimiento, por operación o bien porque nos exijan mantener un saldo mínimo en la cuenta.

La cuestión es que las comisiones y las vinculaciones asociadas también representan un coste oculto que habrá que restar a la rentabilidad del depósito.

Ya van tres tipos de costes:

  • Inflación
  • Coste de oportunidad
  • Comisiones y vinculaciones

La rentabilidad final de los depósitos sigue bajando.

La guinda final: Hacienda

No podía faltar en esta ecuación la Agencia Tributaria. Aunque esto ya es ajeno al contrato de depósito y no tenga nada que ver con la entidad bancaria.

El caso es que, antes de tan siquiera comenzar a contabilizar los costes mencionados anteriormente, debemos tener presente el porcentaje de retención de impuestos (19%). Esta retención no figura en la TAE del depósito.

En cada liquidación de intereses (trimestral, semestral, a vencimiento, etc.), la entidad bancaria nos abonará los intereses una vez descontada la correspondiente retención.

Las cuentas con Hacienda por el importe percibido se cuadrarán después en la declaración del IRPF. Por lo pronto, este dinero puede considerarse un adelanto.

En este artículo puedes conocer los distintos tramos de tributación para el reembolso en el caso de los fondos de inversión.

Conclusión

Hemos visto la comparativa de los depósitos a plazo fijo más rentables a distintas temporalidades. En ninguna de ellas podemos obtener una rentabilidad real (descontando el efecto de la inflación) positiva.

Puede considerarse normal este hecho, debido a que actualmente los tipos de interés interbancarios son muy bajos. Sin embargo, los tipos se mueven en función de la inflación. De hecho, son una herramienta de la política monetaria para controlarla.

Con un añadido, si los tipos suben cuando mientras mantenemos el capital inmovilizado en un depósito a plazo fijo, perderemos dinero por el coste de oportunidad.

Como últimos puntos, hemos visto que pueden existir otro tipo de costes, basados en las vinculaciones y comisiones de productos asociados. Sobre todo, la apertura de una cuenta nómina.

A todo lo visto hay que sumarle las retenciones fiscales y el pago de impuestos.

¿Merecen realmente la pena los depósitos bancarios más rentables?

Puede que nos hagan creer que tenemos “asegurado” el retorno del 100% del capital, y es cierto, pero en términos nominales. En términos reales el capital se resiente, y mucho.

En este sentido, un producto financiero con liquidez nos evitaría el coste de oportunidad. Si creamos una cartera diversificada podremos obtener estabilidad y una rentabilidad superior a la inflación.

Sólo nos faltarían una serie de ventajas fiscales para eliminar todos y cada uno de los inconvenientes de los depósitos bancarios.