Veamos algunos de los errores financieros más comunes que a menudo llevan a las personas a grandes dificultades económicas. Evitar estos errores es la piedra angular de la buena salud financiera.
Las grandes fortunas a menudo se pierden de euro a euro. Al igual que los intereses compuestos, cada pequeño gasto se acumula. Un almuerzo a la semana en un restaurante por 25€ equivale a 1300€ anuales, que podrían destinarse a muchos objetivos. Esto es relevante tanto si se goza de efectivo sobrante como si se están afrontando los primeros problemas: cada euro cuenta.
Pregúntate si realmente necesitas esas subscripciones mensuales, desde Netflix a otros servicios de televisión o música, el gimnasio, etc, que cada mes pesan como una losa. Cuando el dinero escasea o se quiere ahorrar, cambiar el estilo de vida y huir de esos pagos es una gran ayuda a final de mes.
Usar tarjetas de crédito para comprar artículos cotidianos se ha vuelto algo normal, pero incluso si un número cada vez mayor de consumidores está dispuesto a pagar tasas de interés de dos dígitos en gasolina, comestibles, u otros gastos, no siempre es lo más adecuado. Los intereses pueden dispararse fácilmente.
Se venden millones cada año, aunque pocos compradores pueden pagarlos en efectivo. Sin embargo, la imposibilidad de pagar en efectivo por un automóvil nuevo significa la imposibilidad de pagar el automóvil. Después de todo, poder pagar cuotas no es lo mismo que poder pagar el coche. Además, al pedir prestado dinero para comprar un automóvil, el consumidor paga intereses sobre un activo que se deprecia, lo que amplifica la diferencia entre el valor del automóvil y el precio pagado por él. Peor aún, muchas personas cambian de coche cada dos o tres años y pierden dinero en cada intercambio.
Si necesitas un coche y debes pedir dinero prestado para hacerlo, considera comprar uno que use menos gasolina y que cueste menos de asegurar y de mantener. Los automóviles son caros, y si estás comprando más de lo que necesitas, estás gastando dinero que podrías haberte ahorrado o utilizado para pagar deudas.
Cuando se trata de comprar o alquilar una casa, más grande no es necesariamente mejor. A menos que tengas una familia numerosa, elegir una casa de 200 metros cuadrados solo significará impuestos, mantenimiento y servicios públicos más caros.
Tu hogar es tu castillo. Refinanciar, prorrogar la hipoteca o realizar movimientos puede acabar con la propiedad en manos del banco más que en las tuyas. Además, acabarás pagando mucho más por tu hogar de lo que vale, lo que prácticamente garantiza que no saldrás ganando cuando decidas vender.
El ahorro de las viviendas es un tema recurrente en las noticias y la política económica del país. Muchos hogares viven de un sueldo a otro, y un problema imprevisto puede convertirse fácilmente en un desastre si no se está preparado. El resultado acumulativo del gasto excesivo coloca a las personas en una posición precaria: una en la que necesitan cada euro que ganan y un sueldo faltante podría desintegrar el equilibrio.
Muchos planificadores financieros te dirán que mantengas los gastos de tres meses en una cuenta donde puedas acceder rápidamente. La pérdida de empleo o los cambios en la economía podrían agotar tus ahorros y colocarte en un ciclo de deuda sin fin. Un colchón de tres meses podría ser la diferencia entre conservar o perder la casa.
Si no consigues que tu dinero trabaje para ti en los mercados o mediante otras inversiones generadoras de ingresos, no puedes dejar de trabajar. Hacer contribuciones mensuales a las cuentas de jubilación designadas es esencial para una jubilación cómoda. Aprovecha las cuentas de jubilación con impuestos limitados y planifica el tiempo que necesitas para que tus inversiones crezcan, o el riesgo que tolerarías.
Liquidar una deuda con ahorros es más que aplicar la diferencia entre lo que se gana y los intereses que se pierden al pagar la deuda, pero la cosa va más allá. Uno de los errores financieros más fáciles de cometer cuando se liquida una deuda, es caer en la tentación de seguir gastando a ese ritmo, creando nueva deuda futura.
Tu futuro financiero depende de lo que esté sucediendo ahora. Las personas pasan innumerables horas mirando la televisión o desplazándose a través de sus redes sociales, pero no se reservan dos horas a la semana para sus finanzas personales. Es importante saber adónde se va. Prioriza un tiempo planificando finanzas tan a menudo como puedas.
Para evitar errores financieros que acaben en desastre, un buen comienzo es monitorizar todos los gastos que se acumulan rápidamente, desde los más pequeños a los más grandes. Piénsatelo bien antes de agregar nuevas deudas, y ten en cuenta que poder pagar cuotas no significa poder pagar el gasto. Haz del ahorro una prioridad mensual, mientras desarrollas un plan financiero sólido a medio y largo plazo como recomendamos en Fondos.