La gestión del riesgo es importante. Cada día, utilizamos herramientas como los cinturones de seguridad o el casco para manejar el riesgo inherente a actividades cotidianas como conducir el coche o circular en moto.
Si bien la gestión del riesgo no garantiza un resultado positivo, estadísticamente e históricamente, quienes usan las herramientas disponibles para reducir el riesgo tienen más probabilidades de lograr un resultado positivo si se produce una circunstancia adversa o imprevista.
La gestión del riesgo financiero no es muy distinta, y la diversificación es una de las herramientas más eficientes disponibles para que los inversores gestionen el riesgo de su cartera. Para comprender la diversificación y por qué puede ser beneficioso, es importante comprender los riesgos inherentes a la inversión. Generalmente, se puede dividir el riesgo de inversión en dos categorías principales (ambas relacionadas con la incertidumbre en el futuro):
Diversificar se puede reducir al viejo dicho de “no poner todos los huevos en una misma cesta”. En la práctica, la diversificación significa poseer una variedad de clases de activos, incluidas las que están en desuso.
El fundamento de esta práctica se basa en la gestión holística de la cartera de inversiones. Ante un riesgo sistemático, la mejor protección pasa por disponer de diferentes clases de activos para que el funcionamiento global de la cartera no se vea alterado en gran medida. Del mismo modo, protegerse ante un riesgo no sistemático implica, a su vez, establecer distintos proveedores de activos.
Finalmente, la diversificación culmina adquiriendo distintas variedades –en sector, tamaño y modalidad– dentro de los propios tipos de activos.
La diversificación de cartera funciona en base a esos parámetros y partiendo de un supuesto de tres niveles. Los inversores primero se diversifican a un nivel muy alto mediante el uso de diferentes clases de activos (patrimonio, renta fija y alternativas). Luego, se diversifican dentro de cada clase de activos al invertir en diferentes geografías y luego al elegir diferentes estilos, tamaños y sectores.
Asimismo, los inversores intentan diversificarse lejos de cualquier riesgo involucrado con una compañía o inversión específica invirtiendo en una gran cantidad de compañías usando inversiones agrupadas como fondos mutuos y ETF's, o comprando una cantidad suficientemente grande de valores individuales.
Cuando un inversor comprende de forma general los diferentes tipos de clases de activos, tamaños, estilos y sectores, así como sus relaciones entre sí y el entorno más amplio, puede construir sus carteras en torno a su tolerancia específica al riesgo. Por su parte, cada inversor tiene sus objetivos personales. Una pareja joven sin hijos, por ejemplo, puede intentar maximizar sus retornos con el entendimiento de que pueden ser más volátiles, mientras que una pareja de jubilados puede desear retornos más estables para llevar a sus familias de vacaciones cada pocos años.
Una vez que hayas determinado la mejor combinación de inversiones para lograr tus objetivos, es importante mantenerla. Puede ser tentador ver que ciertos activos experimentan subidas récord, pero para cuando la operación se cierre, esas tendencias podrían cambiar repentinamente, y dicho activo vuelve de forma simbólica al puesto de salida.
Esto es similar a "perseguir rendimientos" en la inversión. Considera la burbuja tecnológica o el colapso financiero de 2008: los inversores que decidieron invertir principalmente en acciones tecnológicas o acciones financieras sufrieron pérdidas mucho mayores que aquellos que se diversificaron más ampliamente entre las clases de activos y sectores.
El "reequilibrio disciplinado" significa mantener la confianza en los objetivos de asignación; incluso si eso significa vender una clase de valores o activos que está a favor de comprar respecto a uno que no. Sistemáticamente, esto crea un patrón de "comprar barato y vender caro".
Diversificar tu cartera puede reducir los riesgos inherentes a la inversión. La diversificación utiliza las relaciones de diferentes inversiones entre sí y con el entorno de inversión más amplio para alcanzar el nivel de riesgo deseado en una cartera. El reequilibrio disciplinado tiene como objetivo garantizar que la cartera se mantenga en línea con tu tolerancia al riesgo y tus objetivos personales.
Un elemento importante de una cartera saludable es la diversificación de una manera que se adapte a tu estilo de inversión personal, tu nivel de tolerancia al riesgo y tus objetivos a largo plazo. A partir de ahí, sólo hay que mantener esa posición.