A lo largo de este artículo vamos a sumergirnos en el mundo de la renta fija para ayudarte a entender qué son los Bonos del Estado.
Explicaremos en qué se diferencia un Bono de otros activos de la misma especie. También veremos las características concretas que tienen los Bonos del Estado, sin olvidarnos de explicar los medios de acceso que tienen los inversores para colocar capital en este tipo de activos financieros.
Un bono es un activo financiero, un título que se puede comprar y vender en un mercado oficial. El Diccionario de la Real Academia de Lengua Española lo define de la siguiente manera:
“Título de renta fija emitido por una empresa privada o por una institución pública”
Aquí está la primera clave: puede ser emitido por un organismo público (como los Bonos del Estado) y también por agentes privados (empresas, asociaciones, etc.).
Fijémonos que en la definición se incorpora la palabra “renta fija”. ¿Qué es la renta fija? Se denominan títulos (activos, instrumentos, valores, etc.) de renta fija porque sabemos de antemano la rentabilidad (en forma de intereses) que obtendremos por invertir y dicho rendimiento se mantendrá a lo largo de toda la vida del activo.
Los bonos son una forma de emitir deuda. Normalmente, los particulares cuando tenemos que pedir prestado dinero acudimos a una entidad de crédito (un banco). En este caso se formaliza un contrato de préstamo o alguna modalidad de crédito, sin embargo, existe un único prestamista y un único prestatario.
Pero esto no significa que sea la única forma de endeudarse para conseguir financiación. Es posible solicitar dinero prestado del público en general, emitiendo deuda en masa que comprará gente interesada en invertir.
A estos inversores se les debe abonar un determinado tipo de interés por prestarnos el dinero. En estos casos, se emiten unos documentos (en realidad suelen ser simples anotaciones contables, no son documentos físicos) en los cuales se reconoce que nos han prestado una cierta cantidad de dinero. En el mismo título se especifica qué intereses anuales se les paga a los inversores/prestamistas y cuando vence el préstamo (se acaba la duración del bono). El interés periódico abonado es lo que se conoce como cupón.
En síntesis, todas las condiciones del préstamo en masa que se emite se reconocen en cada uno de estos títulos.
Por poner un ejemplo, una determinada empresa necesita 1.000.000 de euros para llevar a cabo un proyecto de expansión. Divide esta cantidad en 1.000 títulos de renta fija (con un valor nominal cada uno de 1.000 €) y los lanza al público (suele hacerse a través de un banco de inversión). Los interesados, abonarán 1.000 euros como préstamo (comprarán el título) y tendrán derecho a percibir los intereses correspondientes. Al final del plazo de vencimiento (también reflejado en la propia emisión) se les devolverán los 1.000 € a cada uno de los tenedores.
Esos títulos son llamados bonos. Aunque, como veremos, dependiendo del plazo del vencimiento, pueden adoptar otros nombres. Pero en todos los casos, estos documentos representan activos de renta fija.
Nosotros estamos acostumbrados a pensar que, a la hora de endeudarse, hay que pagar cuotas periódicas. Esto es tan sólo una forma de amortización de la deuda contraída.
Cuando tenemos que amortizar la deuda de un préstamo con el banco, normalmente lo hacemos mediante el sistema de amortización francés.
Este sistema consiste en el pago de cuotas fijas periódicas. En cada una de las cuotas se devuelve una parte del capital y otra parte de intereses. La parte de capital y la parte de intereses que se devuelve no es la misma en cada una de las cuotas, pero la cantidad de la cuota no se altera; es siempre la misma.
Los activos de renta fija no se amortizan de este modo, se utiliza el sistema de amortización americano. Es decir, el emisor del bono no devuelve el capital prestado hasta que llega el vencimiento del activo. Lo que paga periódicamente son los intereses.
Así pues, un bono nos rinde intereses periódicos. Cuando vence el plazo que tiene como duración se devuelve el capital principal prestado (el valor nominal del bono), más la última liquidación de intereses.
Los títulos de renta fija de corto plazo (18 meses o menos) no pagan cupones, suele descontarse la cantidad de intereses a la hora de comprar el activo (lo que se llama suscripción). Esto quiere decir que el activo lo compraremos al emisor por su valor nominal menos los intereses. Al final de la vida del activo nos devolverá el valor nominal.
Es decir, retomando el ejemplo anterior, si cada uno de los bonos anteriores valían 1.000 €, cabe la posibilidad de que podamos suscribirlos por 900 €. Al vencimiento, el emisor nos devolverá su valor nominal (1.000 €). A este tipo de emisiones de deuda se les llama “al descuento”.
Pero los bonos no suelen emitirse al descuento porque no suelen ser activos de renta fija de corto plazo. Normalmente, los Bonos suelen tener un vencimiento a medio plazo (entre 3 y 5 años), esta es la diferencia con otros títulos de renta fija: la duración o el vencimiento.
Los instrumentos de renta fija pueden tener varios nombres, dependiendo de su vencimiento pueden ser bonos, letras, pagarés, obligaciones, etc.
La rentabilidad se calcula dividiendo los intereses percibidos entre lo que se pagó por la suscripción del bono (que no tiene por qué ser su valor nominal).
Ahora que ya hemos visto el concepto y funcionamiento de los bonos, podemos pasar a explicar qué son los Bonos del Estado
Al igual que las empresas, los gobiernos de todos los países también necesitan dinero para financiarse y emiten títulos de deuda. Es lo que se conoce como Deuda Pública.
Son emisiones de valores de renta fija, sólo que en este caso el emisor es una entidad pública (no privada, como el caso de las empresas).
Por ejemplo, el Estado español emite:
Ahora sí, estamos en disposición de dar una definición concreta de qué es un Bono del Estado:
“Los Bonos del Estado son activos de renta fija en los cuales el emisor es el Estado español y tienen una duración de medio plazo.”
Aunque también debemos indicar que, coloquialmente, se les suele llamar Bonos del Estado a todo tipo de emisiones de deuda del Tesoro Público español. No es raro oír “voy a invertir en Bonos del Estado a 20 años”, cuando el término correcto serían Obligaciones del Estado.
De hecho, a las emisiones más famosas, las que se toman como referencia para tipos de interés y rentabilidades de largo plazo, se les llama el “Bono español a 10 años”.
No sólo el Estado es emisor de Deuda Pública, también pueden existir títulos emitidos por las Comunidades Autónomas (existen Bonos Autonómicos) y los Ayuntamientos. Aunque estas emisiones de deuda suelen tener un aval del Estado español.
Como norma general, las emisiones de renta fija de los Estados suelen estar consideradas de bajo riesgo, porque las probabilidades de que un gobierno incumpla sus obligaciones de pago son remotas. En caso de verse en apuros, puede tomar medidas presupuestarias, fiscales o de otro tipo para devolver la deuda (las medidas monetarias son competencia del Banco Central Europeo).
De esta manera, existen bonos de determinados países que están considerados como activos libres de riesgo.
A los países también se les somete a una calificación crediticia. Una agencia independiente califica la calidad de su deuda, que dependerá de la solvencia del país emisor. Las entidades privadas de un determinado país no suelen tener una calificación crediticia mejor que la del propio Estado en las cuales tienen su sede, por consiguiente, los Bonos del Estado son activos con un riesgo muy bajo (pero su rentabilidad también suele ser menor).
Las emisiones de Deuda Pública se hacen mediante una subasta.
Existe un calendario anual de subastas para las emisiones de renta fija del Estado español. En general, cada mes hay varias subastas de Letras del Tesoro, una de Bonos del Estado y otra de Obligaciones del Estado. A esto se le conoce como el mercado primario de Deuda Pública.
Dependiendo de las condiciones generales del mercado y la situación económica, sin olvidarnos de la solvencia y riesgo que tiene el propio Estado, los inversores pujan mediante la presentación de solicitudes (pueden ser competitivas y no competitivas).
De esta forma se determina el tipo de interés a pagar por los Bonos del Estado y otras emisiones de deuda.
Para presentar una solicitud en la subasta se exige una inversión mínima de 1.000 € para las Letras del Tesoro y 5.000 € para Bonos y Obligaciones del Estado.
Una característica importante de los Bonos del Estado es que tienen una mayor liquidez que la renta fija privada.
¿Liquidez? ¿Para qué se necesita si invertimos en Bonos del Estado mediante subasta?
Los títulos de renta fija cotizan en un mercado secundario, como la Bolsa de Valores. Cualquier inversor que pretenda vender sus títulos de Deuda Pública (o privada) tendrá mucha facilidad de encontrar comprador que le dé contrapartida.
En este mercado se pueden adquirir bonos por un precio superior o inferior a su valor nominal; con lo cual, la rentabilidad que obtendremos por invertir en bonos dependerá de su precio en el mercado secundario.
Las emisiones de Deuda Pública (los activos de renta fija en general) cotizan en un mercado secundario, al cual es posible acudir para comprar y/o vender Bonos del Estado que ya han sido emitidos en el mercado primario.
En España existen tres mercados secundarios oficiales para negociar Deuda Pública:
Otro asunto distinto es el precio de cotización que tenga el Bono del Estado a la hora de comprarlo o venderlo en el mercado. A pesar de que las fluctuaciones no suelen dar muchos sobresaltos (debido a que los intereses a pagar son los mismos durante toda la vida del bono), sí que es cierto que al cotizar en un mercado su precio es susceptible de fluctuar y fluctúa.