¿Cuáles son las mejores opciones que tenemos a nuestro alcance para invertir 50.000 euros? En este artículo veremos las claves…
A continuación, analizaremos el modo de diseñar una estrategia que nos permita escoger las mejores opciones para ahorrar, basándonos en el supuesto en el que nos preguntamos dónde invertir 50.000 euros.
¿Cuentas remuneradas?, ¿depósitos bancarios?, ¿fondos de inversión?, ¿acciones?... A la hora de escoger el vehículo sobre el que vamos a instrumentar nuestro ahorro debemos ser conscientes de las ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos.
Descubrir cuál es su tolerancia al riesgo es una de las tareas básicas que debe realizar el ahorrador.
Supongamos que tenemos un perfil de riesgo moderado: somos de aquellos ahorradores que buscan un equilibrio entre la seguridad y la rentabilidad. Hemos escogido este perfil como ejemplo para diseñar nuestra estrategia de inversión debido a que, de este modo, será más sencillo bascular hacia inversiones más conservadoras o más dinámicas (así, el ejemplo puede ser válido para otro tipo de perfiles inversores).
Una vez tenemos presentes todos estos pasos previos, comenzamos a diseñar nuestra estrategia para invertir 50.000 euros.
La clave principal: no invertir 50.000 euros en el mismo producto
Para crear una estrategia es importante ser cautos y no colocar todo nuestro capital en el mismo activo financiero, tan siquiera en activos pertenecientes al mismo país, sector e incluso aquellos de la misma naturaleza.
Así pues, el paso siguiente es tomar los 50.000 euros y dividirlos en carteras separadas. Para realizar una maniobra de inversión moderada, el ahorrador debe buscar el equilibrio entre rentabilidad y riesgo. Una división lógica de nuestra cartera global, expresada en términos muy genéricos, sería la siguiente:
- Destinar un 50% de la cartera a activos de corte conservador, con alta liquidez y un bajo riesgo.
- El 50% restante de los 50.000 euros (es decir, 25.000 euros) tendrá como misión generar rentabilidad, pero sin perder de vista el riesgo.
Como hemos observado, nuestros 50.000 euros han quedado divididos en dos tramos. Recordemos que en este ejemplo nos basamos en un inversor de tipo moderado, pero es perfectamente posible jugar con los porcentajes y aumentar el volumen de aquella parte que nos parezca más adecuada para nuestros objetivos, intereses o preferencias.
Posteriormente, cada uno de estos tramos independientes que componen la cesta global se subdividirán en carteras más diversificadas. La diversificación es una de las mejores formas de mitigar el riesgo.
Primera cartera: estrategia conservadora
Es importante no pensar en esta cartera como una fuente de rentabilidad: el objetivo primordial no es revalorizarla, sino conservar el capital. El inversor siempre deberá superar la inflación anual, pero en unos pocos puntos porcentuales.
Para ello, será necesario buscar instrumentos financieros con el menor riesgo posible, pero, a su vez, deben tener la máxima liquidez (para poder rotarlos con agilidad).
Por este motivo, si el ahorrador está pensando en productos tales como depósitos bancarios, esta opción debe descartarse debido a varias razones:
- Son productos totalmente ilíquidos: En caso de tener que recurrir o rotar este dinero, no podremos realizar maniobra alguna hasta el vencimiento del plazo establecido. En caso contrario deberemos pagar una penalización.
- Ofrecen una baja rentabilidad: Es lógico pensar que si no tenemos el riesgo de que nuestro capital se deprecie (como consecuencia de cotizar en un mercado financiero), se ofrezca una baja rentabilidad. Sin embargo, por lo menos deberíamos exigir un rendimiento anual equivalente a la tasa de inflación. En caso contrario, nuestro dinero perderá valor.
- La rentabilidad, en forma de intereses, está sujeta a una retención fiscal del 19%: Si la rentabilidad de por sí es baja, a ella debemos restarle los costes fiscales.
Podríamos tener presentes otro tipo de productos bancarios, como las cuentas remuneradas. No obstante, en este tipo de instrumentos, el inversor sólo gana liquidez: la rentabilidad suele ser menor siquiera que en un depósito a plazo fijo.
Lo cierto es que, en tiempos en que los tipos de interés se encuentran muy bajos, para conseguir cierta rentabilidad se hace necesario aventurarse un paso más y optar por productos de renta fija con un plus de riesgo de crédito o duraciones superiores.
Sin embargo, para crear una cartera de renta fija bien configurada, con un binomio rentabilidad/riesgo adecuado, lo mejor sería recurrir a un fondo de inversión de esta categoría.
El producto idóneo para estrategias conservadoras
Las inversiones directas en renta fija no gozan de flexibilidad, pero, los fondos de inversión de esta categoría palian este problema. Además, tienen la máxima liquidez: podremos realizar suscripciones o reembolsos siempre que nos sea preciso.
Otra ventaja de los fondos de inversión es que podremos rotar nuestra inversión, de un fondo a otro, sin tener que tributar por ello (ventaja fiscal única de estos productos).
Lo fundamental a tener presente es que sea un fondo de tipo conservador: recordemos el objetivo para esta parte del capital.
Una buena opción podría ser un fondo de retorno absoluto (sin salir de la renta fija), como por ejemplo el Payden Absolute Return Bond Fund USD, fondo de renta fija flexible global que ha conseguido una rentabilidad anualizada del 2,97% en el último período de tres años.
Si quieres ver unos ejemplos sobre fondos de inversión de renta fija ideales para este tipo de estrategia, te recomendamos el siguiente artículo: Fondos de inversión de renta fija para estrategias conservadoras.
Podríamos incluso dividir esta cartera en dos subcarteras, una de ellas estaría instrumentada en algún otro fondo de renta fija y otro de tipo mixto.
Para entender el funcionamiento de los fondos mixtos, puedes leer este artículo que hemos confeccionado: “Fondos mixtos: Qué son y cómo elegir sabiamente”.
Segunda cartera: Estrategia dinámica
En esta parte de nuestra inversión, los productos más conservadores no lograrán cumplir con los objetivos; directamente debemos descartarlos.
Aquí, en esta estrategia, sólo tienen cabida las inversiones directas en activos financieros que coticen en un mercado organizado (como las acciones y ciertos valores de renta fija), los derivados financieros y fondos de inversión que combinen todos estos productos.
Las inversiones en renta variable no tienen por qué ser excesivamente arriesgadas si se escoge la estrategia adecuada: una inversión en una cartera de acciones sólidas y que repartan buenos dividendos nos dará muy buenos resultados en el largo plazo.
Puedes saber más de la estrategia de inversión en dividendos leyendo el siguiente artículo: Invertir en dividendos. Todo lo que debes saber.
No obstante, construir una cartera de acciones de este tipo puede suponer un quebradero de cabeza para todo aquel ahorrador que disponga de 50.000 euros para invertir (en realidad, a esta estrategia estarían destinados 25.000 euros). Las tareas son muchas y algunas son complejas: analizar los valores, los sectores, procurar la diversificación geográfica adecuada, decidir si son aptos para nuestra estrategia, combinarlos en la proporción correcta, etc. Después, a la hora de rotar cualquier activo en nuestra cartera, es decir, en cuanto decidamos vender unas acciones para comprar otras, el inversor deberá tributar por ello.
En cuanto a los derivados financieros, no merece la pena indagar en ellos puesto que no son productos recomendables para el inversor medio (suponen una complejidad y un nivel de riesgo superior).
Entonces, ¿dónde invertir 50.000 euros para una estrategia dinámica?
Una vez más, la mejor opción sería recurrir a fondos de inversión de renta variable, dejamos en manos del gestor del fondo (un profesional de las finanzas) la decisión de si se utilizan los derivados financieros como complemento. Además, podemos rotar nuestro capital sin tener que tributar por ello (obteniendo una así gran flexibilidad).
Existe una amplia gama de fondos de inversión de renta variable y el inversor puede decidir cuáles de ellos se adaptan mejor a su estrategia. En este ejemplo no exigimos una gran rentabilidad porque “somos inversores de tipo moderado” y no pretendemos asumir un riesgo extraordinario.
Por este motivo, creemos conveniente que, dentro del universo de fondos de renta variable, las categorías que mejor encajarían con nuestra propuesta para las mejores opciones de ahorro (o invertir 50.000 euros) serían las siguientes:
- Renta variable de alto dividendo.
- Renta variable en empresas de gran capitalización Value.
Podemos combinar la zona geográfica de Europa, Estados Unidos y Japón (mercados desarrollados).
También, podríamos recurrir a un fondo global para obtener la máxima diversificación geográfica. Un ejemplo de este tipo de fondos puede ser el BlackRock Global Enhanced Equity Yield, dentro de la categoría de renta variable global de alto dividendo, este fondo arroja una rentabilidad anualizada del 6,73% en los tres últimos años. Se trata de un fondo de inversión que utiliza derivados financieros para cumplir con sus objetivos.
En resumen, las claves para invertir 50.000 euros son las siguientes:
- Diversificación adecuada.
- Liquidez.
- Flexibilidad.
- Una buena rentabilidad, adecuada al riesgo que estamos dispuestos a asumir.
- Tener siempre presente la fiscalidad y su impacto.
Utilizar fondos de inversión como vehículo para instrumentar nuestros ahorros nos permite no tener que renunciar a ninguna de estas ventajas: son una de las mejores opciones para ahorrar.