Diversificar. Invertir a largo plazo. Comprar a la baja y vender al alza. Parecen sencillos como principios, pero no lo son tanto cuando llega el momento de ejecutarlos. Para muchos inversores, la brecha entre el conocimiento de lo que deben hacer y lo que realmente pueden hacer por sí mismos es la razón principal por la que trabajan con un asesor financiero o buscan una solución de planificación financiera como la que ofrece Fondos.
Muchas personas deciden autogestionar sus inversiones, pero la gran mayoría acaban sufriendo un impacto negativo en su cartera y tienen un desempeño inferior al del mercado. ¿Por qué? Porque las emociones, los prejuicios y la naturaleza humana son factores que afectan nuestra capacidad de tomar decisiones financieras, en especial durante momentos de altibajos del mercado.
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La dura realidad de la inversión emocional
Todos, con mayor o menor medida, somos propensos a caer en la trampa del sesgo de la actualidad, es decir, que queremos poseer el presente, en especial si se trata de un éxito o un acierto. El error es asumir que el futuro va a continuar con esa tendencia, porque implica un prejuicio que influirá nuestras conclusiones y decisiones. Esto es diametralmente opuesto a una estrategia de inversión a largo plazo.
Una tendencia alcista nos lleva a vivir en una falsa sensación de seguridad, que normalmente acaban en problemas. Lo mismo puede aplicarse a tendencias negativas, como la crisis económica de 2008, que empujó a miles de inversores a liquidar sus carteras debido a las constantes caídas del mercado. Sin embargo, aunque el mercado se recuperó, no puede decirse lo mismo de las pérdidas que sufrieron en su día, por más que volvieran a comprar en tromba con la finalidad de salvar el día. En épocas de turbulencias, es importante confiar en la estrategia a largo plazo y no asumir que un periodo concreto (positivo o negativo) durará para siempre.
Por otra parte, ¿qué significa diversificar? Significa poseer una variedad de clases de activos, incluyendo aquellos que están en un mal momento. En cierto modo, significa incluso comprar precisamente esta clase de activos. Las inversiones a menudo son cíclicas. En otras palabras, una buena cartera tiene activos que tienen una correlación negativa: cuando una parte de la cartera sube, otra tiende a disminuir. Pero claro, no es divertido ver que parte de una cartera se desploma. Muchos inversores toman decisiones drásticas, pero los mejores resultados posibles en esos casos es mantener la disciplina y reequilibrar los objetivos a largo plazo.
Cómo fomentar la inversión no emocional
Una inversión exitosa a largo plazo significa no perseguir resultados o intentar cronometrar las entradas y salidas del mercado. El contrapunto a la inversión emocional es tener una meta a largo plazo y una estrategia en marcha. Es nuestro modelo en Fondos: habrá altibajos a lo largo del camino, pero las metas siempre serán claras.
Por desgracia, nuestros cerebros están conectados para querer perseguir resultados rápidos y tomar decisiones emocionales. Sabemos que se supone que debemos comprar barato y vender caro, pero nuestros cerebros a menudo nos engañan para que compremos la inversión en caliente (comprar en alza) y luego la vendamos cuando no funciona (la venta es a la baja). El comportamiento del inversor es la causa número uno de bajo rendimiento de una cartera.
Invertir sin emociones es difícil... pero posible
Debido a que, como la mayoría de las personas, es probable que tenga dificultades para separar la emoción de la toma de decisiones, probablemente sea mejor mantenerse alejado de las decisiones de inversión diarias. Este es uno de los mayores beneficios de trabajar con una buena herramienta, que se centrará en una estrategia de inversión sólida a largo plazo sin buscar resultados a corto plazo.
Y para un poco de tranquilidad, no prestar atención al ruido a corto plazo en los mercados, que lo hay y en cantidad. Basar la confianza en la fotografía completa, a largo plazo, con el fundamento empírico que a los mercados y a los índices les va bien cuando se amplía el foco y se mide la evolución por años o décadas en lugar del día a día.
En los últimos 100 años, ha habido buenos y malos períodos para los mercados. En general, los mercados se han expandido y los inversores pacientes han sido recompensados sobradamente. Siempre habrá preocupaciones y temores sobre lo que sucederá a continuación, y habrá mercados bajistas en el futuro. Aquellos que esperan lo contrario se sentirán decepcionados y pueden reaccionar a resultas de dicha emoción.
Desarrollar una estrategia de inversión sólida, y luego controlar sus emociones y mantenerlas a raya es lo mejor que puede hacer para alcanzar sus objetivos financieros a largo plazo, independientemente de lo que esté sucediendo en los mercados.