El tipo de interés puede definirse como el precio que paga aquel que necesita disponer de dinero a quién se lo presta. Pero ¿por qué se pagan intereses? ¿Cómo se calculan? ¿Cómo afectan a tus ahorros?
Antes de pasar a hablar del tipo de interés y sus consecuencias es necesario exponer el sentido que tiene el sistema financiero en la economía.
El sistema financiero no es más que un conjunto de normas, instituciones, intermediarios, instrumentos financieros (tales como los bonos, las acciones, etc.) y mercados en los cuales se compran y se venden estos activos. La razón de ser de todo este entramado es muy clara: canalizar el dinero de aquellos agentes económicos con excedencia monetaria a aquellos que presentan déficit.
En otras palabras, los agentes económicos (familias, empresas, Administraciones Públicas, instituciones, etc.) que tengan necesidad de dinero, pueden conseguirlo porque hay otros agentes que lo tienen ahorrado y pueden prestárselo. Para que el dinero fluya con eficacia y llegue hacia dónde se necesita es necesario que se ponga en marcha todo este mecanismo al que llamamos “sistema financiero”. Además, aquellos que lo prestan, lo hacen esperando una rentabilidad por sus ahorros.
En resumidas cuentas, el tipo de interés se define como el precio del dinero. Lo paga aquel que dispone de esta cantidad y el receptor es la parte prestataria, como contraprestación económica. Se expresa en porcentaje sobre la cantidad de dinero que se utiliza en este tipo de operaciones financieras y el pago de intereses también está ligado al tiempo que se utiliza el dinero prestado.
Se suele pensar que lo más sencillo cuando se necesita financiación es acudir a una entidad bancaria y solicitar un préstamo. Sin embargo, el banco tan sólo es un extremo del sistema financiero. ¿Por qué el banco tiene ese dinero para prestarnos?:
Como hemos podido comprobar, detrás del banco hay todo un sistema que hace posible el poder financiarnos. Ahora bien, la financiación tiene un precio; así como el disponer dinero ahorrado puede procurarnos un beneficio. Con lo cual, los tipos de interés también tiene repercusión sobre nuestros ahorros.
El banco nos cobrará un interés, al igual que paga intereses por sus operaciones de financiación (su margen de beneficios es la diferencia entre ambos tipos de intereses). En función de cómo se sitúen dichos intereses entre “mayoristas” financieros, nos pagarán más por nuestros ahorros o nos pedirán más por un préstamo de dinero.
El tipo de interés es el coste por disponer de liquidez o el beneficio por renunciar a esa liquidez. Es un beneficio para unos y un coste para otros. Pero ¿Cómo se calcula? ¿Por qué se aplica? ¿Quién lo impone? ¿Cómo afecta a los ahorros? Todas estas preguntas son las que vamos a responder a continuación.
Si nos solicitasen un dinero prestado, aun siendo una persona de nuestra confianza y teniendo pleno conocimiento de que dispone de solvencia para su devolución, corremos una serie de riesgos:
Cuanto más amplio sea el plazo de devolución, mayor será la probabilidad de que se materialicen estos riesgos.
En síntesis, podríamos contabilizar estos tres tipos de riesgos:
Para vencer el riesgo y conseguir que los agentes económicos estén dispuestos a prestar dinero, se debe ofrecer un beneficio a cambio. Una contraprestación económica por renunciar a la liquidez, por compensar la inflación y por asumir el riesgo de impago.
Toda inversión se basa en la relación entre un riesgo y un rendimiento. El tipo de interés representa dicha rentabilidad, sin él no sería posible que se prestase dinero y el sistema financiero no funcionaría.
Básicamente, el tipo de interés a aplicar se calcula en función de los riesgos descritos. Cuanto mayor sea el riesgo, mayor debe ser el rendimiento esperado. El plazo hasta su devolución también influye (se llama “riesgo de duración”). De esta forma, cuanto mayor sea el plazo, mayor será el interés a cobrar.
Sin embargo, tenemos que partir de una mínima tasa de interés de referencia: los bancos centrales son los dictadores de este suelo de tipos de interés (tipos de interés oficiales o de referencia). En función del nivel al cual impongan esta tasa, se aplicarán mayores o menores intereses posteriormente en los mercados, así hasta llegar a los particulares.
En el Espacio Económico Europeo, es el Banco Central Europeo (BCE) el que impone los tipos de interés oficiales (el Banco de España le cedió sus competencias en cuanto a tipos de interés).
Un banco central de un país desarrollado suele tener un objetivo primordial: mantener la estabilidad de los precios. Dicho de otro modo, controlar la inflación.
Por ejemplo, la primera razón de ser del Banco Central Europeo (BCE) es mantener la inflación anual en cotas cercanas al 2% (sin que llegue a esta tasa).
Para ello, el BCE utiliza todas las herramientas de política monetaria que se encuentran a su alcance para que el crecimiento de los precios se encuentre en dicho porcentaje. Los tipos de interés que aplica por las operaciones de crédito o depósito a los bancos comerciales son una de estas herramientas monetarias.
Si el BCE observa que la inflación se dispara, subirá los tipos de interés oficiales. Les cobrará más dinero a los bancos que quieran solicitar préstamos a corto plazo. De esta manera el crédito se resiente, porque los bancos cobrarán también mayores intereses, esta subida también se reflejaría en los mercados de renta fija y renta variable. El resultado es que, al reducirse el crédito, se enfría la economía y la inflación tiende a bajar.
Sucedería lo contrario si la inflación baja más de lo previsto (entrando en riesgo de deflación) y es necesario fomentar la actividad económica. En este caso, el BCE, debe bajar los tipos de interés, para que los bancos comerciales puedan solicitar dinero a un menor coste. Presten con menores tasas de interés, las familias y las empresas puedan acceder al crédito en mejores condiciones, se produzca una inyección monetaria y se reactive la economía. En este caso, la inflación volvería a subir.
Podríamos resumir que, en términos básicos, la inflación marca los tipos de interés oficiales que imponen los bancos centrales. A su vez, la situación económica, los factores geopolíticos y sociales influyen el crecimiento de los precios.
El tipo de interés actual que aplica el Banco Central Europeo es de 0% desde 2016.
No exactamente, se trata de la fuente original, la más directa y barata. No obstante, es posible obtener liquidez en los mercados financieros, negociando activos y dinero en efectivo (en el mercado monetario). Además, el banco central suele prestar dinero a corto plazo.
Los bancos comerciales acuden al banco central para realizar depósitos y pedir dinero prestado. Se les cobra (u ofrece en los depósitos) un tipo de interés. Pero este tipo de interés lo decide el mismo banco central (en función de las causas expuestas). Del mismo modo, es el propio banco central el que impone garantías y plazos de devolución.
Así pues, es el banco central es el que dicta todas las condiciones. Representa una fuente de financiación barata, pero muy rígida.
Con fines de poder realizar operaciones más flexibles (a plazos diferentes, con menores garantías y dónde se pueda negociar “de tú a tú”) los bancos se prestan dinero entre ellos en el denominado “mercado interbancario”.
El tipo de interés entre entidades bancarias en este mercado suele ser el impuesto por el banco central (el tipo de interés de referencia) más un pequeño diferencial. El diferencial se calcula en función de la solvencia de los bancos, la confianza que se tengan entre ellos y las condiciones económicas reinantes (en una recesión, por ejemplo, la confianza es menor porque aumenta el índice de morosidad bancaria).
Podríamos afirmar que es el banco central el que pone en funcionamiento toda la maquinaria, estableciendo un mínimo según se encuentre la inflación.
Después, el propio sistema financiero, influenciado por las condiciones económicas, la solvencia de las instituciones y la confianza en el sistema (todo lo relativo al riesgo de crédito) lo va ajustando, aplicando diferenciales a este tipo de interés de referencia.
Para las operaciones de financiación a largo plazo, los bancos emiten deuda en valores de renta fija. Pero los intereses a pagar se encuentran ligados a las condiciones de tipos a corto plazo y las expectativas sobre la economía que se tengan de cara al futuro.
Existen dos indicadores para calcular el tipo de interés (a cobrar o pagar). Así como dos regímenes para su cálculo: el tipo de interés simple y el tipo de interés compuesto.
Normalmente, se aplica el tipo de interés compuesto para las operaciones financieras superiores a un año. Si quieres descubrir todo acerca del tipo de interés compuesto, te recomendamos el siguiente artículo:
En cuanto a las dos variables existentes para calcular el tipo de interés, se trata de conceptos oficiales, establecidos por el Banco de España:
Si te preguntas cómo afecta el tipo de interés a tus ahorros, la respuesta es: directamente y en un alto grado.
Para saber el impacto del tipo de interés en tus inversiones, debes tener presente las condiciones de tipos de interés a corto plazo. Es decir, conocer qué tasa oficial aplica el banco central (en nuestro caso el BCE) y cuáles son los tipos de interés en el mercado interbancario (el Euríbor, en el caso de la zona euro).
Las políticas sobre tipos de interés que impone el Banco Central Europeo no son ningún secreto. Generalmente, cuando se va a producir una alteración en el precio del dinero se le suele dar bastante difusión mediática varios meses antes. Además, los precios de los activos en los mercados financieros y monetarios lo van descontando antes de que se produzca.
El Euríbor es un índice de referencia, una media de las operaciones que realizan los bancos en el mercado interbancario, para préstamos a corto plazo (se calcula a distintos plazos, el plazo máximo es de un año). Su difusión es pública.
Evolución del Euríbor (Fuente: Diario Expansión)
Para los productos de renta fija, en los cuales también puedes invertir tus ahorros, se fijan los intereses a pagar en una subasta de emisión. Los inversores suelen exigir un rendimiento acorde a cómo se encuentren los tipos de interés a corto plazo, más un diferencial por el horizonte temporal más dilatado de vencimiento y otro por el conocido riesgo de solvencia; que, como ya sabemos, dependerá en gran medida de las previsiones económicas (factores externos) y la situación crediticia del emisor (factores internos).
En cuanto a los activos de renta variable, los dividendos a repartir suelen tener incorporada una prima de rentabilidad sobre los bonos, obligaciones, pagarés u otros activos de renta fija. Esto se debe a que son instrumentos financieros con mayor riesgo (incertidumbre en cuanto a los beneficios, mayor volatilidad de los precios, no tienen vencimiento y, en caso de insolvencia, los accionistas son los últimos en cobrar). Precisamente, esta prima de rentabilidad que tienen las acciones sobre los títulos de renta fija es denominada “prima de riesgo”.
Si quieres saber más acerca de la inversión en renta variable en busca de dividendos, puedes leer el siguiente artículo:
Si te preguntas cómo afecta el tipo de interés a tus ahorros, la respuesta es: directamente y en un alto grado.
Bien se trate de un depósito bancario, de inversiones en renta fija, renta variable la tasa de interés es un elemento a tener en consideración, puesto que es un factor clave para determinar la rentabilidad de las inversiones.
A la hora de ofrecer rendimientos, bien sea mediante intereses o dividendos, se tienen en cuenta las tasas de interés que existen en el mercado interbancario (a corto plazo), los Bonos del Estado y otros productos de renta fija (intereses a largo plazo).
Cuanto mayor sea la inflación y las previsiones de la misma de cara al futuro, mayor será el tipo de interés exigido por los inversores; para evitar que el dinero prestado no pierda valor. Además, debemos tener presente las condiciones económicas externas y solvencia del emisor o prestatario.
Los tipos de interés, junto con la inflación, representan un elemento que todo inversor debe tener presente, porque afecta a los ahorros.